La fe se alcanza con la fortaleza, el empeño y la paciencia que el alma debe buscar en la oración.
La fe es algo que se consigue con el trabajo continuo de estudiarnos a nosotros mismos y de desbrozar aquellas cosas por las que la duda surge.
No temas que el amor está contigo; desde que te fortalezcas y busques la Luz del Altísimo en cada paso de tu vida no habrá porqué temer, aunque el mundo se disuelva a tus pies.
Orar es el arma con que cuentas para vencer la duda que, en últimas, es el vencimiento de tu propio egoísmo.
La luz llega cuando el alma anhelante la espera y la pide pacientemente, sólo así la Divinidad prueba qué tanto el alma la busca verdaderamente.
Ser feliz requiere de muchos sacrificios, de vencer los propios deseos, incluso los más escondidos, para así entregarse de lleno a la Divinidad, sin dejar nada para vosotros.
La felicidad sólo se puede alcanzar en el Altísimo, lo demás son sombras que llenan de tiniteblas el camino y lo hacen doloroso.
La paz y la humildad van de la mano, una y otra forman parte del concierto inefable del amor, pensar en la humildad es buscar la paz y la dicha certera, porque en ella la Divinidad se hará escuchar.
Sirve bien al prójimo, lo que significa; ámalo como te amas a tí mismo; siempre piensa que espera esa persona de tí, cómo puedes tú amarlo como te amas a tí mismo, y nunca hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a tí, lo que significa: que cuando vayas a hacer cualquier cosa, piensa si a ti en esa posición te gustaría que te hicieran lo mismo o te dijeran lo mismo.
Piensa siempre que viniste a servir, no a que te sirvieran y verás que encontrarás la felicidad que nunca has encontrado; servir exige que tú trabajes y te formes, y para eso necesitas del estudio de tí mismo y de la oración; servir es el único camino que lleva a la felicidad, no lo olvides y siempre que puedas enséñalo.
¡Cuidado con la soberbia!, ¡cuidado con el juicio!, ¡cuidado con el pesimismo!, son tres sentimientos de la oscuridad que pueden destruir todo lo que has construido en una larga vida de sacrificios.
El egoísmo es fruto de no haberte vencido y de guardar todavía algunas cosas para tí, cuando todas deberías entregárselas a la Divinidad.
Este mundo es de expiación; el dolor es el crisol que nos purifica; el oro está puro cuando lo está, no antes, y por sacar apresuradamente el oro sólo haces que se dañe; no le temas al sufrimiento cuando no lo puedas detener.
Piensa siempre que el pesimismo es de la oscuridad, no de la Luz, cuando haya un pensamiento pesimista explóralo y elimínalo.
Saber ver aquellas cosas que obstaculizan nuestro camino es un ejercicio arduo pero certero, si persistimos en él logrando cambiar hábitos, defectos y constumbres que no nos dejan estar a tono con el pensamiento de Dios.
No señales los errores de los que están a tu alrededor, que esos no te corresponde arreglarlos, concentra tu mirada en tus propias dificultades y defectos, porque mirar hacia afuera puede desviarte del camino.
No mires los defectos ajenos, puesto que éstos no te corresponde cambiarlos, pero sí dedícate con esmero a corregir los tuyos propios que son éstos lo que te debes preocupar por solucionar.
Para llegar al Amor debes seguir por un senderillo tortuoso, lleno de zarzales que ahogan y hacen sollozar, paro la recompensa al final es Él mismo, es la Divinidad misma, por la que vale la pena entregar hasta la vida misma y nuestra propia voluntad.
La Sabiduría es sobrar con acierto y con conocimiento según el pensar de Dios; es caminar según la Ley, obedeciendo a sus decretos.
Benditos sean los que con su pensamiento ayuden al prójimo a encaminarse por los caminos de la Ley Eterna, que los conducirá a la dicha imperecedera.
Busca la Luz de Cristo y derrámala en tu entorno, amando y enseñando su mandato de Amor, para que así sean más las almas iluminadas con la Divina antorcha de la Verdad, y sean menos las que perezcan en la fatal inconsciencia del crimen, el odio y el desamor.
Amas es ser consuelo para los que sufren y ejemplo para todos, y con esto poder ser una lámpara viva que dé su Luz en la densa oscuridad que nos rodea.
Ensayad el Amor, cumplid la Ley, derramad la paz y con eso crearéis a vuestro alrededro un mundo de Luz que es lo que vece las tinieblas. La Verdad reposa en la Ley Divina emanada del Altísimo, inmodificable, que garantiza la dicha de cuántos la sigan, la estudien y la busquen.
Sed lámparas vivas de esta Verdad y habréis ayudado a la obra redentora del Cristo.
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