Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudieron tener un hijo.
Para no sentirse solos compraron un cachorro y lo amaron como si fuera su propio hijo. El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso ejemplar. El perro los salvó en más de una ocasión de ser atacados por ladrones.
Siempre fue muy fiel, quería y defendía a sus dueños contra cualquier peligro.
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La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien, recordemos la historia del perro fiel.
Aprenderemos a no levantar falsedades contra una persona, hasta el punto de dañar su imagen ante los demás. Debemos darnos cuenta que los sentimientos de las personas son frágiles y fáciles de dañar, pero difíciles de sanar. Autor anónimo.
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