Cómo podemos definir la fe? ¿Es un sentimiento? ¿es un salto al vacío? ¿es un tranquilizante ante mis problemas? La reflexión de este mes se centrará en comprender un poco mejor qué es la fe para que sea una fe más madura, más solida, y así podamos avanzar más seguros hacia la meta última de nuestra vida.
mundo de hoy muchas veces cuestiona a las personas que tienen fe. Se les considera ingenuas, ilógicas, supersticiosas. Parecería que para tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo resulta difícil creer en algo o alguien sin poder verlo con los propios ojos y tocarlo con las propias manos.
Creer y confiar en la palabra de otra persona es, sin embargo, algo natural y cotidiano; ni siquiera el más convencido ateo podría considerarse un incrédulo absoluto, pues cada vez que adquiere un producto o un alimento confía en las personas que lo han elaborado. Tal vez no creerá en Dios, pero en lo cotidiano "creerá" en muchísimas cosas y personas sin estar constantemente analizando las razones para hacerlo. Por ejemplo, cuantas veces creemos, sin cuestionar, lo que dicen los noticieros, las películas o los diarios. Más aún, le creemos a las personas que amamos, o a quienes les reconocemos cierta autoridad, sin tener que estar verificando constantemente lo que nos dicen. Sería realmente imposible vivir si dudásemos de todo lo que se nos dice hasta que sea demostrado. El mundo, es un sentido, se paralizaría.
Para el ser humano natural creer y confiar y la fe cristiana, que implica un acto similar en cuanto es creencia y confianza, es una postura nartual, que no hace a los cristianos ni ingenuos, ni tontos, ni ilógicos. Sin embargo, resulta comprensible que para temas más trascendentes y misteriosos exijamos mayores razones, y está muy bien que sea así.
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